Consiste en practicar la extracción de una parte del colon, sin abrir el abdomen, trabajando a través de cuatro-cinco pequeños orificios por donde se introducen una cámara y el instrumental de disección, corte y sutura necesarios. El fragmento de intestino grueso se extrae por una pequeña incisión de 5 cm situada la mayoría de las veces en la zona más inferior del abdomen.
Esto requiere una alta especialización técnica y tecnológica, de la cual no disponen todos los cirujanos ni todos los centros. Usando un trocar o cánula (tubo delgado) el cirujano entra en el abdomen a través del ombligo. Un laparoscopio (un fino telescopio) conectado a una cámara especial es introducido a través del tubo, dando al cirujano una imagen magnificada de los órganos internos del paciente sobre una pantalla de televisión. El cirujano trabaja mirando el monitor. Otras cánulas son insertadas para permitirle a su cirujano separar delicadamente el colon de sus adherencias y extraerlo a través de una pequeña apertura. Después de que el cirujano ha extraído el colon, las pequeñas incisiones son cerradas con unos puntos.
No hay duda en considerar la colectomía laparoscópica como una buena opción para pacientes que necesitan una resección de colon por patología benigna: estenosis, pólipos no resecables endoscópicamente o diverticulosis, por ejemplo, siempre y cuando sea realizada por un cirujano con experiencia.
En la cirugía de los tumores malignos de colon, actualmente, si el cirujano tiene experiencia, el riesgo de metástasis no es superior al de la cirugía abierta, en cambio, la cirugía laparoscópica ha mostrado beneficios de disección, inmunológicos, de recuperación postoperatoria.
Al hacerse heridas mínimas, el dolor es menor. En consecuencia, la movilización es mayor, mejorando el estado general y de ánimo del paciente, evitando trombosis y embolias, la dinámica respiratoria es mejor, evitando neumonías y complicaciones respiratorias, etc. Todo ello hace que la recuperación sea más rápida. Al ser las incisiones tan pequeñas, la posibilidad de infección casi no existe y las eventraciones, o lo que es lo mismo, las hernias en la herida operatoria, desaparecen en la cirugía laparoscópica. El trato delicado del intestino, mediante pequeñas pinzas, sin agarrarlo con la mano, hace que recupere su movilidad antes, por lo que la ingesta es más precoz y los alimentos se toleran mejor.
A pesar de que se indique la laparoscopia y se inicie la intervención por esta vía, en un pequeño número de pacientes el método laparoscópico no es posible por la incapacidad de visualizar o manejar los órganos efectivamente. Cuando el cirujano decide que es más seguro convertir la cirugía laparoscópica a cirugía abierta, esto no es una complicación. Esta decisión significa buen juicio quirúrgico. La decisión de convertir a cualquier procedimiento abierto es basada estrictamente en la seguridad del paciente.